Fuente: EL PAÍS, 09/09/2012
Sin duda
alguna España fue la primera potencia mundial durante el siglo XVI y parte del
XVII. A partir de la segunda mitad de esa centúria y durante el siglo XVIII pasó a ser una
potencia de segundo orden en el panorama internacional. Esa situación cambió
radicalment con la pérdida de las colonias americanas a principios del XIX.
Pasó entonces a ser una segundona, ya no en el panorama internacional sino simplemente en el panorama europeo.
Los únicos restos coloniales que, en el XIX,
permanecían en manos españolas eran Guinea (la futura Guinea Eucatorial), la
franja litoral del Sahara Occidental, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, algunos
archipélagos en el Pacífico y las ciudades y peñones de la costa marroquí. Una
insignificancia que se agravó con la pérdida en 1898 de Cuba, Puerto Rico,
Filipinas y los archipiélagos del Pacífico (ver entrada: http://jomroshe.blogspot.com.es/2012/08/el-final-del-imperio-espanol-de-ultramar.html).
Como forma de resarcirse y de volver a
aumentar la gloria imperial perdida, los gobiernos de principios del siglo XX
centraron su interés en Marruecos, ampliando la zona controlada por España (ver
entradas sobre Sidi Ifni y sobre Annual en el blog). La mayor parte de esos
territorios fueron perdiéndose a partir de la independencia de Marruecos (1956)
y de la entrega del Sahara Español al rey alauita en 1975. Desde ese momento
los restos del imperio español se circunscriben a las ciudades de Ceuta y
Melilla, de amplio e histórico poblamiento español, y a numerosos peñones e
islas situados a lo largo de la costa marroquí y que actualmente carecen de
cualquier valor estratégico o económico, conservando exclusivamente un activo
simbólico.
Recientemente los periodistas Mónica Ceberio,
Ignacio Cembrero y Miguel González han publicado en el diario EL PAÍS un
interesante artículo titulado Los
cascotes del imperio que hace un análisis
sobre estas posesiones españolas en el norte de África. Merece la pena conocer
la historia de estos territorios hoy españoles.
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