Fotograma de la serie Isabel. Fuente: Cadena SER.
Las series históricas programadas en televisión pueden representar una opción interesante para divulgar épocas o momentos de la historia de un país. Dicho esto es necesario también apuntar que las series televisivas no son documentales basados en obras historiográficas ni obras que respondan a los requisitos del método científico; son obras narrativas basadas en guiones literarios. Es por ello que pueden tomarse licencias dramáticas que una obra con pretensiones historiográficas no puede ni debe permitirse. Lo que si es demandable a una obra de este tipo es un mínimo de respeto a la realidad que muestra, evitando manipulaciones e interpretaciones sesgadas.
Esta introducción viene a cuento por las críticas que Julián Casanova hace a las series históricas que ha programado TVE en los últimos tiempos: Isabel y ahora Carlos Rey Emperador (Facebook: 12/08/2015). Es cierto, como afirma Casanova, que son obras basadas en la vida de reyes o importantes personajes; puede ser también cierto que contengan una cierta dosis de apología del poder, como igualmente afirma Casanova. Pero también tienen una virtud innegable que es la de facilitar una aproximación al conocimiento histórico a un gran sector de la población de una forma atractiva e incluso lúdica. Sector de la población, numeroso, que de otra forma no accedería a él. Se trata de aportaciones no despreciables ya que permite al gran público acercarse a la Historia mediante un formato asequible y, sobre todo, despertar el interés por la misma a los alumnos de secundaria y bachillerato –y también a algunos universitarios–.
Las series televisivas no presenta una objetividad exquisita pero, si están bien hechas, son capaces de mostrar con verismo las épocas en las que transcurren. Eso es lo que permite su utilización como instrumento didáctico bajo la supervisión del profesorado.
Fotograma de la serie Carlos Rey Emperador. Fuente: Diariocrítico.com
Léase al respecto lo publicado en este blog de la Universidad de La Rioja que, aunque referido al cine histórico puede servir igualmente para las series históricas: Como norma general, el cine histórico aporta una recreación histórica del pasado desde el presente. No obstante, se hace necesario poner de relieve que las películas de género histórico tienen un valor didáctico añadido, pues en realidad son un medio con el que muchos tienen su primer, y muchas veces único, contacto con el pasado –es conveniente que su uso didáctico se realice con cuidado, acompañando el visionado con adecuadas guías–. Muestra de ello es que cada vez se hace más frecuente que el individuo reconstruya su propia imagen del pasado a través del cine y de la televisión. Además, el cine histórico permite la reconstrucción de determinados acontecimientos y procesos que de otra forma no seríamos capaces de comprender. Por tanto, el cine histórico constituye una utilísima herramienta con la que cualquier individuo podrá reconstruir una imagen más o menos fiel de un personaje histórico y del contexto que lo rodeó. Dicho en otras palabras, la película, independientemente de su fidelidad con la veracidad histórica y las fuentes, nos ofrece una imagen si no totalmente verídica, al menos de cómo debería haber sido el pasado, y por lo tanto al hacerlo se convierte en una nueva forma de hacer Historia. Por ende, la película nos permitirá reflexionar sobre nuestra relación con el pasado. http://blogs.unir.net/1734-el-valor-didactico-del-cine-historico
Las series históricas televisivas no se ha inventado en España, más bien es ahora cuando se ha iniciado aquí la producción de series dignas. Pero fuera de nuestras fronteras cuentan ya con una notable tradición y abundantes muestras: Los Tudor, Vikingos; Roma; Hermanos de sangre; Los Borgia; Hijos del Tercer Reich; Raíces, etc. Y dentro de nuestras fronteras también podemos hallar algunos ejemplos interesantes: La forja de un rebelde; Toledo, etc.
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